Dame ahora tu boca: me la quiero comer.
Jaime Sabines
Besarme es jugar a la ruleta rusa,
sorpresivamente te puede tocar la bala
de mi voracidad,
y de una mordida hacerte sangrar.
Besarte con animal desenfreno
y saborear el dolor que llevas dentro,
fusionar deseos, morder los miedos,
darle un poco de placer a los quebrantos.
Besarnos y subyugar los sentidos
que oscilan por la simetría de la confianza;
besarnos y darnos aliento mutuamente,
desajustar nuestras kinestesias
hasta marearnos;
lenguas privadas de palabras,
artífices de cascadas envenenadas,
hurgando y fluyendo lascivamente,
robándonos el aire.
Ferocidad explayada,
salivas que alivian,
que nos salvan de sentirnos nada,
que a la soledad espantan;
roce de los dientes,
filos que nos prenden;
paladares lubricados,
voraz frenesí de nuestros labios.
Llegar a ese sublime letargo,
casi orgasmo,
duele, pero no dejes de morderme;
ahora cierra los ojos y siente mis dientes.
Labios rotos en concupiscencia oral,
lenguas saboreando la sangre tibia y metálica;
pasión en dolor y placer combinados.
Te beso, me besas:
nos devoramos.
Besos voraces,
besos empecinados
en ceder a estas ganas.
Besos voraces,
besos empecinados
en encender nuestras almas.
Aly Davis Pérez
23 de julio, 2015
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