jueves, 18 de marzo de 2021

Afortunado


Por estos días me han abrumado casos de personas que he conocido y se han contagiado de COVID-19, como un par de vecinas o el Dr. Carlos Lucena, que se encuentra muy complicado; algunas otras han fallecido, como la Dra. Elsy Gómez, cardióloga que me trató cuando el alcohol y el cigarrillo causaban estragos en mí, y mi obesidad empezó a ser mórbida. Así como ellos, muchas personas, sin importar su clase social, condición económica o profesión, han sido víctimas de este mal que continúa haciendo de las suyas en todo el mundo.

Y así, AFORTUNADO es la palabra que se ha instalado en mi mente por estos días, cuando voy corriendo por las calles del pueblo en el que vivo, inhalando y exhalando vigorosamente, sintiendo mis pulmones rindiendo al máximo, sintiendo la sangre fluir por mis venas.

AFORTUNADO es la sensación que me invade después de terminar una sesión de yoga, cuando mi ánimo y mi energía son insuperables. O cuando apago los audífonos que suelen acompañarme y abro los ojos luego de alguna meditación guiada en las voces de mis yoguis favoritos: Xuan Lan y Baruc Acosta; y es inevitable sentirme humildemente agradecido al conectarme nuevamente con la realidad exterior.

AFORTUNADO porque el COVID-19, a pesar de todas las desgracias que ha generado en la humanidad, ha traído cosas positivas para mi vida: me ha llevado a despertar un proceso sanador de interiorización que era desconocido para mí, a modificar los malos hábitos que hacían de mi vida un infierno, a ser consciente de aquello que es o no es saludable, a reconocer y controlar la ansiedad, y a sentirme en paz.

AFORTUNADO porque a pesar de no tener ni donde caer muerto, materialmente hablando, me invade una sensación de bien-estar inmejorable. Y justamente allí, denoto la importancia del autocuidado, de la responsabilidad que cada uno debe asumir por su salud y por su vida. Y justamente allí, me siento privilegiado por no estar aún en el grupo de personas contagiadas, que se complican con este mal, que están entre la vida y la muerte, o que desafortunadamente ya no están.

Y así, me concentro en inhalar la pureza del bienestar y en exhalar las impurezas que no necesito y pueden causarme malestar.

AFORTUNADO… PRIVILEGIADO… BENDECIDO…

¡Namasté!