¡Oh, mon amour!,
leamos poemas eróticos,
escuchemos la canción en francés
que nos enciende,
bebamos complacidos
el vino de la seducción
en nuestras pieles,
lubriquemos la mente
para ser isla y ola,
conjunción que pasionalmente
nos eleva con pequeñas muertes.
Aly Davis Pérez
24 de marzo, 2015
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