En medio de unos cerros solitarios y ocultos,
tomaba el sol como Dios me trajo al mundo.
No soy nudista ni exhibicionista desvergonzado,
experimentaba la libertad de andar desvestido y descalzo.
Sorpresivamente dos caninos llegaron
y con impetuosa fiereza me ladraron.
No le temo ni a la muerte ni a los perros,
temo enfermarme, quedar indispuesto
para el ejercicio y el trabajo.
Gracias a Dios no me atacaron.
Repentinamente se aquietaron
cuando el grito oportuno de su amo escucharon,
quien de la nada se acercó viéndome de arriba abajo
con entrecejo de gesto cauto.
«¡Buenos días», le dije cordialmente en tono alto
cubriéndome las bolas con las manos.
Traía un cuchillo en mi koala, pero en un árbol lo dejé colgado.
Moviendo sus colas, los perros sólo me olfatearon.
¡Coño, por poco me cago!
Gracias a Dios no llevaba vestuario.
«¡Sol pa’ la vitamina D, mano!», exclamó el extraño
aprobando con sus pulgares elevados.
Y le respondí: «¡Claro, pa’ estar sano!».
«Vitamina D», repitió el señor casi cantando
cuando pasó a mi lado.
Asentí y sonreí, él sabía la razón por la yo estaba encuera’o,
ergo, no le pareció raro.
Gracias a Dios no se extendieron las palabras.
Siguió su camino con los cuadrúpedos guardaespaldas,
esperé unos minutos a que se marcharan
y exponerme un poco más al astro rey en mi caminata.
Grounding… Melatonina mitocondrial…
Radiación infrarroja… Energía celular…
Reconstrucción de callo solar…
Lecciones del gurú Carlos Stro que en mi mente resonaban
como apología a ese percance de peligro e incomodidad.
Aly Davis Pérez
11 de marzo, 2023